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Es una dura pista de hormigón, con una distancia de 3,4 km y con un desnivel de 397 m. "Después de salir de los profusos pinares que rodean al Puerto de Navacerrada, te encuentras con un terreno completamente desprovisto de arbolado, árido -clásico de la alta montaña-. Las vistas son fantásticas, ya que, salvo Peñalara (2.430 m) todas las montañas del entorno son más bajas. Esto también incide negativamente en nuestras relaciones con el Dios Eolo: el aire de la meseta choca con rabia contra la cumbre y es muy difícil encontrar un día en el que no sople con intensidad" (Pablo Bueno)
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