Descripción: Durante siglos la meseta donde se sitúa la ermita de São Pedro do Campo fue cultivada para aprovechamiento del espacio agrícola, que era insuficiente en el valle. En el sentido de pedir ayuda y protección para sus culturas, desprotegidas y expuestas a los rigores meteorológicos, los moradores levantaron un bello templo dedicado a San Pedro y, haciendo honor a su nombre, peñas de mil formas abundan en este solitario lugar. A poca distancia de este entorno podremos encontrar asimismo construcciones en piedra o mamoas, que sugieren la presencia humana desde la prehistoria conformando un interesante parque megalítico. Con una datación indefinida se sabe que, al menos a principios del siglo XVII, ya existía un edificio aquí, que después se fue ampliando con otros anexos para el cuidado de la tuberculosis debido a la pureza del aire de estos parajes, que sopla con tanta fuerza que, como en muchas montañas portuguesas, ha llevado a su aprovechamiento poblando la sierra de aerogeneradores. Se dice que muchas historias de este campo se mueven en el viento: las de las personas que viajaron y enterraron aquí a sus muertos, las de quienes adoraron a sus dioses en estos parajes, o las de aquellos que cada 29 de junio hicieron sus negocios en la “Feirote”, la feria más tradicional de la sierra de Montemuro. Por cierto, los pastores fueron los visitantes principales de esta zona montañosa muy fértil en pastos y agua, donde apacentaban las vacas arouquesas para regalarnos así una de las mejores carnes del mundo. Pero -siempre hay un pero- no nos va a resultar en absoluto sencillo llegar hasta esos más de 1100 m de altitud partiendo de la freguesía de Pereira, en un cruce que señala dirección Cinfães en la N225. Como siempre os decimos, la fuente que se encuentra en el mismo cruce será la mejor aliada para el duro combate que deberemos librar; y un buen bocata en el bar vecino tampoco será desdeñable. Y ahora a lo nuestro, porque ese primer kilómetro ya tiene rampas hasta del 14% antes de llegar al cruce junto a un llamativo cementerio, donde deberemos tomar a la derecha y aprovechar el primer descanso que nos brinda el santo que nos protege. Y a él deberemos encomendarnos para afrontar los algo más de 2 km que se inician en un puente y que, al atravesar la pequeña y angosta aldea de Pasarela, superan en más de una ocasión el 20% de inclinación. ¡Casi nada! Nuevas rampas hacen su aparición continuamente hasta el Km 5, donde encontraremos un segundo y largo descanso hasta un nuevo puente donde otra vez la cosa se pone seria. El cruce en Bustelo nos enlaza con otra de las vertientes de esta subida, que parte de Alvarenga y asciende de manera mucho más llevadera. Al llegar a Noninha vuelve de nuevo el peligro durante 3 km de trazado rectilíneo que no nos permite distraer la visión de lo que tenemos por delante y en el que apenas se notan las rampas porque todo él es un tramo durísimo, tanto que no parece tener final. Al alcanzar el Área Recreativa y la ermita del alto nos hallaremos en un mundo diferente, pero quizás no se deba tanto a la belleza rocosa y la soledad que nos envuelve, como al tremendo esfuerzo que provoca que la cabeza nos dé mil vueltas. A ver si san Pedro nos devuelve la cordura para poder gozar de un entorno paradisíaco. |