|
Localización: Partimos de la misma capital del Principado hasta llegar a la salida de Les Escaldes, donde nos desviaremos a la derecha en dirección al icónico lago. |
Especificaciones: Buen suelo y mucha sombra en la ascensión. Pero hay que tener cuidado con el abundante tráfico de los días festivos o veraniegos. |
Fuentes: Ninguna a la vista, pero si salimos bien provistos no notaremos la sed en menos de 8 km. |
Descripción: A una altitud de 1616 m, en pleno Pirineo andorrano, se encuentra este lago glaciar y rodeado de montañas nevadas si vas en invierno, o de color azul turquesa y rodeado de prados verdes si vas en verano. Vamos a pasar del bullicio del valle regado por el río Valira a la serenidad que nos trasmiten las aguas profundas de este paraje idílico. En poco más de 1,5 km desde la capital andorrana, llegaremos a una rotonda en Les Escaldes con curiosa escultura vanguardista del francés Jean-Louis Toutain con dos cuerpos muy voluminosos que aparentemente no dicen nada pero que transmiten mucho. De hecho, sin tener ni labios, ni ojos, con una cabeza que es muy pequeña en comparación con el resto del cuerpo, la figura femenina de “El petó al guaynador” besa sensualmente al ciclista que, supuestamente, acaba de vencer la carrera. ¿Será este nuestro premio a la vuelta? Sea lo que sea, es aquí donde tomaremos la ruta hacia el pueblo de Engolasters, en la que la pendiente media se mantendrá continuamente entre el 9 y el 10% hasta justo antes de llegar a esa localidad. A 1 km de dicha rotonda, integrados ya en el bosque, dejamos a la derecha el desvío a La Comella y entramos de lleno en el tramo más exigente del puerto con rampa máxima del 13%. Entre curvas de herradura, las preciosas vistas sobre el valle y Andorra la Vella nos entretienen y así nos iremos acercando al final del sufrimiento al alcanzar la población de Engolasters y su maravillosa ermita románica, de esbelto campanario lombardo y, en su interior, copias de las espléndidas pinturas murales cuyos originales se hallan en el Museo Nacional de Arte de Catalunya, en Barcelona: ¡cuánto mejor estarían aquí! En la parte final del puerto, de nuevo entrando en zona boscosa, suaviza la pendiente, aunque todavía nos toparemos con alguna rampa de doble dígito que nos hará retorcernos un poco más. Finalmente coronaremos en el amplio aparcamiento con un restaurante que luego visitaremos, porque estamos obligados a desviarnos a la derecha unos 250 m antes para acercarnos al lago donde cuenta la leyenda que antaño existía un pueblo de descreídos que fue engullido por el agua. De noche se concentraban las brujas andorranas, se desnudaban y chapoteaban para atraer a los hombres de Engolasters ya que, si alguno era descubierto, las brujas lo transformaban en un gato negro. Se dice que las brujas desaparecieron a principios del siglo XX coincidiendo con la instalación de las antenas de Radio Andorra y la construcción de una presa para la central hidroeléctrica andorrana, inaugurada en 1934. Formado en una depresión glacial, el lago es de un azul profundo y está formado por los ríos Valira del Este y Madriu que drenan la cuenca, luciendo unos maravillosos prados verdes y bosques ricos de pinos en derredor. Os podréis acercar a la orilla del lago y pasar un rato descansando en la extensa zona verde que se utiliza para ir a tomar el sol o merendar, y donde los más pequeños tienen unos juegos de circuito de agua que les hacen disfrutar enredando con ellos. Este lugar también está muy frecuentado por pescadores que suelen venir a pescar las truchas asalmonadas típicas de estos lagos. Por último, en días soleados de verano o primavera, es muy recomendable quedarse en el lago hasta la puesta de sol, contemplando el reflejo del sol y la luna en el agua y viendo cómo se esconde el sol detrás de las montañas. Y para hacer tiempo podemos tomarnos una o unas cañas en el bar y comentar las batallitas de la ascensión, que seguro que alguna ha habido, ¿verdad? |
Mapa situación: |
© |
|