ITALIA
AGNELLO
Casteldelfino
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Altitud: 2743 m Distancia: 31,8 km Desnivel: 1780 m Pendiente Media: 5,6 % Coeficiente: 407
Agnello



Localización: Es la carretera que enlaza el Valle de Varaita en el lado italiano con la bella región francesa de Queyras.
Especificaciones: El asfalto se halla en buenas condiciones aunque estaba sin señalizar horizontalmente cuando lo ascendimos. Las sombras aparecen en escasos tramos y el tráfico es abundante por ser una zona de un grande interés turístico.
Fuentes: Una en Torrette en el centro del pueblo, que puede venirnos muy bien para cargar el botellín (falta nos va a hacer). Otra a la salida de Casteldelfino y la última en la mitad del tremendo muro final, a unos 7 km del collado.
Descripción: Para una ascensión tan tremendamente exigente haremos bien en comenzar calentando motores en la localidad de Venasca y recorrer suavemente los primeros kilómetros a través del Valle de Varaita, a los pies de los casi 4000 m del Monte Viso. Desde la localidad de Sampeyre, el centro del valle, nuestra ruta va ascendiendo ligeramente hasta llegar a la altura del pueblo de Torrette que queda a nuestra izquierda. A partir de ese punto se inicia auténticamente la escalada por cuanto habremos de enfrentarnos, con comodidad si el calentamiento ha sido suficiente, a las cuatro primeras curvas de herradura, entre sombras, para acceder a la bella y turística población de Casteldelfino. Dejamos a la izquierda la entrada al valle de Bellino para seguir hacia Pontechianale en un nuevo tramo de casi 4 km que nos presenta rampas cercanas al 10% al paso por Rabioux: bien nos vendrán de aperitivo para el suculento menú que nos espera. Los dos kilómetros en que nuestra ruta discurre paralela al embalse de Castello, totalmente llanos, nos van a permitir una agradable distracción hasta que nuevamente alguna rampa del 10%, e incluso algo superior a esa cifra, nos devuelva a la realidad más angustiante que empezaremos a divisar allí a lo lejos, al fondo del valle, al poco de atravesar una nueva población, esta vez la última, Chianale, donde en un tiempo se ubicaba la aduana italo-francesa y que fue final de etapa en el Giro de 2003. Si hasta este lugar nuestro paseo ha resultado en todo momento entretenido, las cosas cambian irremisiblemente a partir de la barrera que cierra el acceso al puerto en épocas de restricciones de paso por nevadas. Nos esperan amenazadores casi 10 km con una pendiente media cercana al 10% y rampas que llegan a situarse por encima incluso del 15% mientras, de manera casi inconsciente, vamos trazando una tras otra esa larga sucesión de herraduras que nos sirven como referencia de los esforzados pasos que deberemos ir dando hacia la cumbre. No hay descansos, no hay tregua, nos hemos introducido directamente en el infierno con un único objetivo, alcanzar la gloria en el cielo que simula atraernos desde lo alto de esa pared monstruosa que nos cierra el paso, como queriéndonos dejar para siempre en el fondo del valle. Las sombras van tornándose inexorablemente en praderas de alta montaña mientras superamos la cifra mítica de esos 2000 m que parecen negarnos el oxígeno que nuestros pulmones necesitan de manera cada vez más perentoria. El agua que cae de las montañas en bellas cascadas y torrenteras es un sonido que nos recuerda que deberemos acordarnos de la hidratación que nuestro cuerpo necesita, porque nos va a resultar imposible detener nuestro pedaleo en una fuente a mitad de la escalada si queremos seguir montados sobre nuestra bicicleta: y es que, con las fuerzas que cada vez escasean más, ¿quién va a ser capaz de tomar impulso de nuevo? El panorama, de sobra está decirlo, se hace cada vez más espectacular a medida que entre herradura y herradura nuestra perspectiva va ganando en amplitud. Un pequeño lago artificial nos indica que el final está cada vez más cercano y nos permite un ligero respiro en nuestro penoso esfuerzo. La pendiente ahora se mantiene en el 9%, lo que representa sin duda un alivio que nos dejará finalmente, tras trazar una última herradura hacia la izquierda, recorrer los postreros 200 m: nos van a saber auténticamente a gloria. Nos habremos merecido un buen descanso en lo más alto para disfrutar del paisaje de ambas vertientes, a cual más hermosa. ¿Nos volvemos o nos ha sabido a poco y aún queremos ver lo que se siente al ascender por el lado francés? Es mucho más llevadero, eso sí, pero… ¿cómo andamos de fuerzas? Más nos valdría no confiarnos.
Mapa situación:

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