Descripción: Dos colosos alpinos por el precio de uno. Desde el año 1947 en que el Tour descubriera el Glandon, aunque desde la Croix-de-Fer, hubo que esperar 30 años para que se ascendiera por esta vertiente que se inicia en La Chambre. En su cima se han impuesto tres veces el inolvidable Lucien Van Impe, dos el no menos apreciado Richard Virenque y su último vencedor fue Gilberto Simoni en 2004. En su escalada pareció sufrir y descolgarse el imbatible Lance Armstrong en 2001, quien luego acabó imponiéndose sin piedad y sin teatros en aquella edición. A algunos nos queda la duda de si todo fue pantomima o si, como vamos a explicar a continuación, el puerto demostró su bien ganada fama al americano. Hasta la localidad de St. Etienne los dos primeros kilómetros nos sirven de calentamiento y de últimas conversaciones con los compañeros, de cuya compañía nos iremos desprendiendo según dejamos atrás ese núcleo y afrontamos ya los 8 kilómetros siguientes, cercanos todos ellos al 7% de media. Curvas y más curvas, primeras herraduras, rampas de dos dígitos y arbolado ocasional en los flancos de la ruta, hasta alcanzar St. Colomban. Previamente habremos dejado atrás su pueblo hermano de St. Alban en el Valle de Villards, mientras las cimas nevadas del Sambuis, del Puy-Gris y de las Argentières, vigilan nuestro esforzado pedaleo. Estos dos bellos pueblos de la Saboya conservan aún el encanto vivificante de una Naturaleza intacta. Al paso por St. Colomban aprovecharemos dos mil metros de respiro para ir tomando conciencia del reto que tenemos por delante. Atravesamos un puente sobre el arroyo Glandon y de nuevo las rampas se acercan al 10%. Un segundo puente marca un estrechamiento de la carretera y el tramo definitivo del puerto para el que aún nos restan 8 kilómetros impresionantes. La pendiente se sitúa ahora de continuo en el 9% con rampas máximas del 13% durante cuatro mil interminables metros hasta que el campo de fútbol de Léchet nos invita a cambiar de deporte, aunque a estas alturas ya no estamos ni para dar patadas al balón. Los dos mil siguientes se suaviza nuestro esfuerzo, ya sin sombras hasta el alto, para abordar el tramo más duro de toda la ascensión: dos kilómetros con una media cercana al 11% y máximos del 15% hasta alcanzar, por fin, la cima ansiada cuando ya creíamos que las fuerzas estaban a punto de abandonarnos. Los colegas irán llegando totalmente desperdigados y, si hemos sido de los primeros en coronar, aún tendremos el tiempo suficiente para disfrutar de un paisaje espectacular sobre lo ascendido. Y, ya puestos, podemos descender 300 m hasta el cruce con la que sube desde el valle de la Romanche y Bourg d’Oisans para, ya en la D-926, continuar subiendo hasta el collado de la Croix-de-Fer a más de 2000 m de altitud. No ha llegado siquiera a los 3 km este postre final pero el empacho que traemos encima no nos deja disfrutar de un puerto tan mítico como el que ahora coronamos. Habrá que volver en otra ocasión para ascender a este punto desde St. Jean de Maurienne. ¿Nos quedan aún ganas? |