Localización: Atravesaremos la localidad de Serón hasta enlazar con la A-1178 en dirección a la Sierra de los Filabres. En el Km 3,5 de la ascensión nos desviaremos a la izquierda hacia Las Menas por la A-5406 para enlazar de nuevo con la carretera que hemos abandonado antes y, sin desviarnos más, alcanzaremos el collado de Venta Luisa, donde tomaremos a la derecha la pista asfaltada hacia el Calar Alto. |
Especificaciones: Carretera con perfecto asfaltado y señalización horizontal, que solamente perderemos en el desvío por Las Menas. Pocas sombras salvo en el tramo entre el collado del Ramal y el de Venta Luisa. El tráfico no va a molestarnos en ningún momento. |
Fuentes: A la salida de Serón hay una en la que deberemos aprovisionarnos ante un puerto tan largo. Solo encontraremos otra un kilómetro antes del collado de Venta Luisa. Y en caso de necesidad, el bar-restaurante de Las Menas nos puede sacar de algún apuro. |
Descripción: En la ladera sur del valle del Almanzora se encuentra encaramada una atractiva población de pequeñas casitas apiladas y escalonadas, coronada por un castillo, que fue alcazaba musulmana. Se trata de Serón, famosa por la calidad de sus jamones y embutidos. Vamos a afrontar una ascensión de casi 30 km que aquí se inicia hasta la cota más alta de la Sierra de los Filabres. Nada más dejar atrás el núcleo urbano, la pendiente media se sitúa por encima del 6%, endureciéndose aún más al tomar el desvío hacia Las Menas. Una serie encadenada de herraduras nos permiten contemplar las sinuosas curvas que la recién abandonada carretera general va trazando en la ladera opuesta, mientras nuestra ruta discurre pegada materialmente a la pared rocosa. Tras casi una decena de kilómetros de apreciable dureza, llegamos a Las Menas, un antiguo poblado minero donde se extraía el hierro y del que aún se mantienen en pie, tras su abandono en 1968, construcciones típicas inglesas, holandesas y belgas y, en especial, la ermita de estilo colonial bajo la advocación de Santa Bárbara, patrona de los mineros. Nos toparemos de inmediato con las rampas más exigentes de toda la subida, que alcanzan incluso un terrorífico ¡¡¡18%!!! Estamos aún a mitad del puerto y, si bien es verdad que nada más introducirnos de nuevo en la A-339 la dificultad disminuye con claridad, hasta no alcanzar el Collado del Conde no suavizará lo suficiente para recuperar nuestras cada vez más escasas fuerzas. Ese tramo agradable y con magníficas vistas hasta un nuevo collado, el de Venta Luisa, nos dispondrá a afrontar, ya en la pista hacia el Calar Alto, el kilómetro más exigente de todos, cercano al 10%, que a estas alturas nos hará sufrir en cada pedalada. Por fin daremos vista a los “grandes ojos de cristal” del Observatorio de la cima y sabremos que hemos conquistado uno de los finales de etapa que año tras año va ganando prestigio dentro del ciclismo profesional. Nos hallaremos en el techo de la Sierra de los Filabres, con su extraña silueta blanca con cinco telescopios (uno de los cuales, de 3,5 m, es el mayor del continente), enclave del que el poeta W. Sader escribió: “¡Calar Alto, Calar Alto, cúspide de los Filabres, donde apuntan hacia el cielo grandes ojos de cristal!”, y desde el que tendremos una vista excepcional de toda la provincia de Almería: al sur, la capital y la costa; al norte, el valle del Almanzora; y a lo lejos, hacia el suroeste, la Alpujarras almeriense y las estribaciones de Sierra Nevada. |
Mapa situación: |
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