Localización: Sant Pere de Torelló es un municipio perteneciente a la comarca de Osona, en la subcomarca de la Vall del Ges. Dentro de esta localidad deberemos dirigirnos a su cementerio y desde él salir en dirección norte por el Camí de Bellmunt. |
Especificaciones: Asfalto en muy buenas condiciones tras su completo reasfaltado en 2008, de unos 3 m ancho y señalización horizontal central. El firme cambiará en los últimos 470 m, tras el parking, pues es un tramo muy estrecho de hormigón rayado. Tráfico escaso, lo mismo que las sombras. |
Fuentes: Podremos aprovisionarnos de agua en St Pere de Torelló. En el kilómetro 5,1, en la pequeña área recreativa de Font Vidranesa, también encontraremos una fuente. Y una última oportunidad en el propio Santuri de Bellmunt. |
Descripción: El Santuari de Bellmunt se yergue escondido entre los riscos que dominan el valle del Ges o de Torelló. Es por estar allí enclavada por lo que el gran Jacint Verdaguer, en su obra L’emigrant, la denominó como «l’ermita al cel suspesa» (o sea, «la ermita suspendida en el cielo »). Es una ascensión bella, dura, sinuosa, con vistas espléndidas y carretera estrecha y solitaria; y sin olvidarnos de su apoteósico final. Conviene no perderse en las calles de Sant Pere de Torelló, por lo tendremos que estar atentos a los carteles indicadores, mientras luchamos con alguna rampa interesante entre sus casas. Al pasar por el cementerio ya no habrá error posible: imposible perderse ahora, pero llegar arriba es otra cosa. La aproximación a la base de la montaña ya nos enfrenta a varias rampas de doble dígito, hasta un máximo del 17%. Al alcanzar la ladera nuevas rampas muy exigentes nos harán ganar altura rápidamente durante casi 5 km que nos harán tener la sensación de escalar más que de subir en bicicleta. Lo más duro de esta parte intermedia de la subida se halla poco antes del mirador de la Virgen de Montserrat, a cuya imagen en hornacina le pediremos fuerzas para llegar al cielo, donde parece encontrarse la misma Señora bajo otra advocación. La zona de herraduras a partir de dicho mirador es también lo más espectacular de todo el puerto y además nos permitirá descansar y aprovisionarnos de agua en la Font Vidranesa. Parece como si la estrecha ruta quisiera abrirse paso entre las peñas para buscar la luz del sol en lo más alto, y no hallaremos ni un sólo descanso hasta llegar al parking de coches donde la pequeña explanada nos puede servir para tomar aliento de cara a los últimos 400 m infernales: un terrorífico tramo de hormigón con una pendiente media cercana al 15% y rampas de hasta el 25%, mientras las herraduras se suceden sin interrupción hasta un paso estrecho entre rocas que da acceso a la recta final hasta el pie del santuario. Ahora toca aparcar la bici y trepar por las escaleras que nos llevan a la entrada, mientras gozamos de un sensacional e inolvidable panorama sobre la Plana de Vic al fondo y, si miramos hacia el norte, los primeros picos pirenaicos. Grandioso espectáculo y grandiosa ascensión, ¡vive Dios! Igual no son solamente las hormigas aladas las que aquí vienen a morir. |
Mapa situación: |
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