Localización: En una rotonda en la PA-30, por la Ronda Norte de Pamplona, nos dirigimos hacia Artica. |
Especificaciones: Carretera recientemente reparada tras el deterioro de los últimos años. El tránsito de vehículos, hasta ahora muy escaso, se verá probablemente aumentado por esa razón. Sombras a tramos. |
Fuentes: Deberemos proveernos del líquido elemento en Artica, al inicio de la ascensión. |
Descripción: El Monte San Cristóbal o Ezkaba es la montaña más emblemática de la cuenca de Pamplona, que se extiende a sus pies. Esta alineación montañosa de 895 m de altitud es lugar de paseos y primeras ascensiones para muchos pamplonicas. Es más conocida por los naturales de la comarca como monte de San Cristóbal, topónimo que tiene su origen en la advocación de una ermita que estuvo situada en su cima y de la que hay memoria desde el siglo XIII, aunque desaparecida en el XIX. A dicha ermita se le atribuían cualidades curativas contra los dolores de cabeza, lo que incentivó la peregrinación de numerosos devotos a rendir culto al santo viajero hasta el siglo XVI. A lo largo de los siglos este hagiónimo fue ganando terreno a costa de la antigua denominación de Ezcaba (con distintas grafías) que, ya en el siglo XIX, quedó relegada al extremo sureste de la montaña. Allí se conservó la denominación tradicional de Ezcaba para referirse a ese extremo del monte y a los terrenos de Pamplona situados a sus pies (donde se ha edificado recientemente un barrio con ese nombre), mientras que la cima pasaba a denominarse “de San Cristóbal”. La situación estratégica de la cumbre explica desde antiguo la presencia de construcciones militares destinadas a controlar los accesos a la Cuenca de Pamplona. Y, al igual que ocurrió con el monte, estas construcciones acabaron por tomar como nombre propio el del santo titular de la ermita. La más antigua testimoniada es el castillo de San Cristóbal, que fue arrasado en 1276 por el señor de Beaujeu tras destruir la ciudad la ciudad vieja de Pamplona en la “Guerra de la Navarrería”. A este castillo sucedieron otras torres de vigilancia y establecimientos militares hasta que, a finales del siglo XIX, la 3ª Guerra Carlista puso de manifiesto que las murallas de Pamplona habían quedado obsoletas por el desarrollo de la artillería. Por este motivo, en 1878 se inició la construcción del Fuerte de Alfonso XII, más conocido como Fuerte de San Cristóbal. Décadas más tarde, con la llegada de la aviación, el fuerte cayó en desuso hasta que entre los años 1934 y 1945 se convirtió en prisión, de la cual, en una espectacular fuga, escaparon 795 presos, si bien la gran mayoría fueron capturados y muchos de ellos ejecutados. ¡Las vueltas que da la vida! Por lo menos hoy este monte ha pasado a convertirse en un lugar de entretenimiento y solaz para los pamplonicas. El Premio Nobel Ernest Hemingway, uno de los escritores estadounidenses más reconocidos de la historia, con una vida aventurera y llena de excesos, conocía todos y cada uno de los rincones de Iruña (denominación cooficial en euskera) y su comarca, dejando plasmadas las emociones que le provocaban en varias de sus obras: “Pamplona es una elegante ciudad situada en una meseta entre las montañas de Navarra. La mejor tierra que jamás haya visto… Nunca podré hacer yo más de lo que Pamplona ha hecho por mí” . Este mito de la Literatura mundial describió en la novela “Fiesta” una de sus ascensiones a Ezkaba que, aunque fuera nocturna y en vehículo a motor, nos puede servir de referencia turística y literaria: “Contemplamos la llanura. Los árboles, en largas hileras, estaban oscuros a la luz de la luna. Se veían los faros de un coche por la carretera que ascendía a la montaña más próxima. En la cima vimos las luces de la fortificación militar” . Pero, tras estos apuntes geográficos e históricos, pasemos a describir brevemente esta popular ascensión, que ofrece varios atractivos: las panorámicas de la ciudad y la amplia llanura del valle del Arga; el bosque de robles, pinos y carrascas de su ladera; el fuerte que corona su cima… No podemos decir que la subida sea dura, pues 7 km a casi el 6% de pendiente media, nos llevan a atribuirle una consideración de puerto de 2ª. Curiosamente las rampas de mayor dificultad se encuentran en el kilómetro inicial al paso por Artica. Por otro lado sus nueve curvas de herradura nos mantienen entretenidos en los continuos cambios de perspectiva sobre la cuenca de Pamplona. Ya arriba, en la zona del fuerte y las antenas, el esfuerzo se ve recompensado con creces por las vistas que podemos contemplar. Si miramos hacia el norte podremos disfrutar del coqueto valle de Ezkabarte y a lo lejos, en un día claro, los Pirineos, mientras que si lo hacemos hacia el sur tendremos una vista inmejorable de toda la Cuenca de Pamplona ▼. Es un buen momento para entonar entusiasmados el Himno de la ciudad que vemos a nuestros pies: “Pamplona, ciudad hermosa, entre Ribera y Montaña, duerme al pie de San Cristóbal, arrullada por el Arga".
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Mapa situación: |
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