Localización: Transitaremos por la CM-3216 que une las localidades albaceteñas de Alcaraz y Paterna del Madera. |
Especificaciones: Carretera estrecha y solitaria, de reciente asfaltado, que nos adentra en una bosque de coníferas que nos brindan agradable sombra a tramos. |
Fuentes: En el Km 16,5 en el paraje de la Casilla del Barrancazo hay un par de ellas. |
Descripción: La comarca de Alcaraz se ha constituido desde siempre como una tierra de encuentro de Andalucía, el Levante y La Mancha, presentándose como un mosaico de contrastes en el que se combinan llanuras y montañas. Es una comarca de paisaje suavemente ondulado, donde los campos de cultivo y olivares se alternan con extensas manchas de sotobosque y bosque mediterráneo, caracterizado por la abundancia de pino y encina, en el que intrincados valles y abruptas sierras se funden con vastas llanuras. Su carácter de encrucijada de las regiones colindantes ha hecho que, a través de los tiempos, diferentes civilizaciones se asentaran en el territorio. Gracias al geógrafo andalusí Al-Zuhri, tenemos conocimiento de que la existencia del topónimo sierra de Alcaraz, es decir “sierra de los cerezos”, era anterior al nombre de la población de Alcaraz, que ostenta su capitalidad histórica. Es esta una tierra donde floreció el bandolerismo, un hecho común durante el siglo XIX en el sur de España, donde la mayoría de la población sufría analfabetismo y miseria. Se entiende que algunos campesinos sin trabajo, tierra ni expectativas se echasen al monte. Y monte no falta, desde luego, en este confín de Albacete: monte virgen, agreste, un medio idóneo para escabullirse del acoso policial. Aunque muchos acabaran sucumbiendo, como le pasó en esta comarca al célebre Pernales, conocido como el último bandolero español. Partiremos en nuestro recorrido, en el que esperamos no encontrarnos con ninguno de ellos, de la hermosísima localidad de Alcaraz, que reúne todos los encantos de la naturaleza y el arte. Ubicada en la ladera del Cerro de San Cristóbal, en su historia encontramos vestigios de sus vaivenes en la Edad Media, pero es el Renacimiento el que devuelve a Alcaraz el brillo perdido del que disfrutaremos en su visita. Lo más destacable del conjunto arquitectónico es sin duda su Plaza Mayor, monumental y sobria, que se abre sobre el saliente de la plazuela de la Trinidad. Está presidida por dos torres renacentistas anejas, la de la iglesia y la del Tardón, ambas obra del genial arquitecto alcaraceño Andrés de Vandelvira y que constituyen la imagen del pueblo. Y en ella admiraremos también la arquería de sobrio clasicismo que sustenta el Ayuntamiento, la Lonja del Corregidor y la Regatería. Asimismo el paseo por la villa nos ofrece innumerables detalles, adornos, arcos, portadas y balcones, auténticos tesoros que esconde entre sus calles y parajes este bello pueblo alcarreño. En los alrededores encontramos el Castillo, casi en ruinas, desde donde la vista del pueblo y de parte de la comarca nos conforta, y que desde su conquista por Alfonso VIII en 1213 se configuró como un punto estratégico fundamental en el control castellano del suroeste peninsular. También en el cerro de Santa Bárbara podemos observar el más moderno monumento del Sagrado Corazón de Jesús, de 26 m de altura, visible desde todo el entorno. Dejamos atrás las maravillas de Alcaraz para, en un puente sobre el río homónimo, dar comienzo a la ascensión a este largo y relajado puerto que aquí nos ha traído. Van a ser casi 20 los kilómetros que deberemos superar, siempre al pie del Pico Almenara, el más alto de toda la sierra, y que nos vigila desde sus 1796 m de altitud. La ruta va creciendo de manera progresiva en su pendiente en las largas rectas iniciales que se acercan al inicio de la escalada al risco de La Peña, donde adivinamos en lo alto el caserío de Vianos. Desde un puente en vaguada izquierda al pie de la escarpada montaña iniciaremos un tramo de 2 km, con una rampa del 10% y una única herradura derecha que nos orienta hacia el pueblo serrano y su mirador, donde la parada es obligada. Allí podremos admirar el Hueco de los Quiñones que hemos dejado a nuestros pies y que ofrece contrastes de luces y colores entremezclados con la serpenteante carretera que atraviesa el profundo cañón entre huertos de frutales y olivos. Lo más característico de este pueblo es que por sus tierras siempre pastaron toros bravos, y hasta hoy cuenta con gran afición y una tradición centenaria en la ganadería de reses bravas, siendo el toro una de las figuras emblemáticas que configuran el escudo de Vianos. Pero cuidado: no nos entretengamos al atardecer en esta localidad, porque también aseguran que es un pueblo de brujas… y por algo será. Un nuevo tramo de 5 km nos lleva al Collado del Tuertecillo, junto al Cerro de las Majadas. En ese punto damos inicio a un descenso de 3 km en el que atravesaremos un tupido pinar. El siguiente parcial nos llevará hasta el Área Recreativa de la Casilla del Barrancazo, donde un par de fuentes nos mitigarán la sed que en días calurosos puede dejarnos huella. Y ya nos queda únicamente el tramo definitivo de 3 km, los más duros de todo el puerto, para coronar en una curva izquierda que deja a la derecha la pista de tierra hacia el Pico Almenara, que solo podremos visitar con una BTT o a pie. Será en otra ocasión. |
Mapa situación: |
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