Localización: Desde la población de Cortijos Nuevos, pedanía del ayuntamiento de Segura de la Sierra, comenzaremos la ascensión a este nuevo coloso. En la misma plaza tomaremos la carretera que se dirige hacia las aldeas de El Ojuelo y El Robledo. |
Especificaciones: Hasta El Robledo la carretera tiene una buena anchura y la señalización y el asfalto se encuentran en buenas condiciones. A partir de esa población la carretera se estrecha, el pavimento se torna más rugoso y pierde la señalización. Además, al discurrir entre pinos, podremos disfrutar de abundante sombra. Por último, desde el desvío hacia El Campillo, el trazado vuelve a disminuir su anchura y la gravilla suelta y las zonas descarnadas abundan. La escasez de tráfico hará que en algunas zonas el silencio llegue a ser sobrecogedor. |
Fuentes: En la travesía de El Ojuelo encontraremos abundante agua fresca. También en el Robledo existe una preciosa fuente junto a un lavadero donde todavía podemos ver algunas mujeres lavando la ropa a la antigua usanza. Para finalizar, en el Km 8,2, se encuentra ubicada la última fuente de la ascensión. |
Descripción: O sea que olvidado, o incrédulo del caso sucedido, o mal escarmentado, ¡oh peñasco atrevido!, llevas a las estrellas frente osada, de ceño y de carámbanos armada. Con estos versos, que forman parte de la silva “El Yelmo de Segura”, el genial Quevedo ensalzaba a esta insigne montaña. En la actualidad su cima se ha convertido en una importante rampa de saltos para los practicantes del vuelo libre. Pero mientras para unos constituye un punto de partida, para nosotros, los locos de las cumbres, supondrá el punto y final a una larga subida de 16 km. El Yelmo, con sus 1809 m, constituye una de las cumbres señeras del parque natural de las Sierras de Cazorla, Segura y las Villas. Este territorio tan extenso se encuentra situado en el confín nororiental de Jaén y constituye la mayor superficie protegida y la más amplia mancha forestal de la Península Ibérica. Desde que nos vamos acercando a Cortijos Nuevos, su silueta destaca en la lejanía. Para algunos, se asemeja a la parte de la armadura que protege la cabeza Nosotros lo asemejamos al Mont Ventoux, pues su cumbre parece totalmente yerma. Nos encontramos ante una de esas ascensiones que enganchan por tres razones. En primer lugar por su progresividad. Los primeros kilómetros son muy suaves. Más tarde aparece un tramo intermedio más exigente pero sin llegar a ser brutal. Ya, en la última parte, la montaña va a presentarnos la máxima dificultad. En segundo lugar por la variedad de ambientes que encontraremos: si comenzamos circulando en compañía de los seculares olivos, continuaremos inmersos entre la espesura que proporciona el pinar de repoblación, para finalizar entre encinas, piornales y retorcidos laricios que resisten, aferrados a la descarnada caliza, las duras condiciones de frío, insolación y viento de la alta montaña. Por último, debemos destacar la tranquilidad de la que gozaremos en el pedaleo, degustando tramos en los que el silencio es prácticamente absoluto y nos permitirá disfrutar de nuestro esfuerzo, absortos en nuestros pensamientos. Tras un corto e inesperado tramo de descenso a la salida de Cortijos Nuevos, la carretera comienza a picar ligeramente hacia arriba, fluctuando entre unas modestas cifras que no alcanzan el 2% de pendiente media. No tendremos ninguna dificultad en mantener un pedaleo cómodo y relajado que nos dejará recrearnos con una panorámica en la que la cima del Yelmo la percibimos como una inexpugnable fortaleza. Ya en el Km 2, notamos cómo la pendiente comienza a incrementar su dureza, situándose ligeramente por encima del 4%, hasta llegar a El Ojuelo, aldea situada en medio de un extenso olivar. Continuamos, sin desviarnos, nuestra ruta, que nos conduce hasta El Robledo, donde la pendiente se sitúa muy próxima al 7%, y encontraremos incluso rampas en torno al 10%. El paso por el caserío, ciertamente duro, supone un cambio radical en el decorado. Ahora tendremos que enfrentarnos a un largo tramo de cerca de 8 km sin prácticamente descanso alguno, percibiendo el inconfundible y embriagador aroma que aportan las coníferas. Vamos a tener que pedalear intensamente durante cerca de 4 km en los que habrá que vencer una pendiente media cercana al 9% y traicioneras rampas que llegan hasta el 14%. Antes, la presencia del mirador El Robledo puede ser una buena excusa para disfrutar con una primera panorámica del valle. Una vez que una magnífica fuente queda atrás, la pendiente comienza a suavizarse progresivamente, la pineda va retrocediendo y poco a poco el gris austero de la caliza comienza a hacer acto de presencia, mientras un corto descansillo nos permite alcanzar un primer collado por el que pasamos a la ladera oriental del monte. Tras superar un último tramo al 11% alcanzamos el desvío hacia la casa forestal El Campillo. Aquí mismo la carretera hace un radical giro, se estrecha aún más y se dirige hacia el oeste por un espacio casi llano o en ligero descenso durante unos 400 m, para inmediatamente girar de nuevo y buscar decididamente el final de la ruta. Ahora es cuando la montaña nos enseña su verdadera dureza. La primera rampa asusta, pues es bastante recta y no vemos el final. Son cerca de 2 km con una pendiente cercana a los dos dígitos. Ya la cima aparece bastante próxima, aunque todavía falta un buen trecho para alcanzarla. Luego tendremos que afrontar un espectacular tramo que parece tallado en la roca antes de tomar la primera herradura a la izquierda con la que nos introducimos en el zigzagueante kilómetro final que, con una pendiente por encima del 10% y zonas puntuales que alcanzan el 15%, nos llevará hasta la emblemática cumbre, excepcional mirador a pesar de las numerosas instalaciones de telecomunicación que se han instalado en ella. Sierras, montes, valles, ríos y poblaciones los contemplamos a tan pequeña escala que nos sentimos infinitamente poderosos.
(Adaptación de un texto de Cristóbal Bernal Caparrós) |
Mapa situación: |
© |
|