Localización: Por la carretera que parte de Jadraque en dirección a Atienza llegaremos el pueblo de Hiendelaencina, donde deberemos tomar a mano izquierda en dirección a Bustares. |
Especificaciones: En su primera parte el suelo se halla en condiciones aceptables y con señalización horizontal. Desde el Alto de las Corzas, en la carretera militar, dicha señalización desaparece y el asfalto mejora. Encontraremos alguna sombra antes de Villares y un pequeño pinar en el tramo final. No debemos hacer caso del cartel de prohibida la circulación “excepto vehículos autorizados” por cuanto la base militar ha sido abandonada. |
Fuentes: Deberemos entrar en los núcleos de población. |
Descripción: Esta cadena montañosa se encuentra al norte de la provincia de Guadalajara, formando parte de la Serranía. Sobre ella se cuentan diversas leyendas de las que queremos destacar la del padre y los tres hijos quienes, al parecer, se llevaban muy mal entre ellos obligando a su progenitor a separarlos: así dicen que surgieron el Santo Alto Rey, el Ocejón y el Moncayo, que se ven pero no se tocan. Varios picos la conforman de oeste a este con una vertiente sur más suave y definida, y una norte fría y con barrancos más acentuados; por ella pasan o nacen ríos como el Bornova, el Cañamares o el Salado, y arroyos de montaña como el Pelagallinas. Esta sierra, como muchas otras, tiene un carácter sagrado. Las montañas y los seres fabulosos que las habitan han tenido siempre una influencia sobre los habitantes del valle, llegando a instalarse en sus vidas inspirándoles sentimientos de miedo y atracción a un tiempo. Por todo ello, desde antes de la llegada del cristianismo, se ha ofrecido culto en el punto más elevado de la montaña, culto que ha ido adoptando nuevas formas a partir de la cristianización del territorio. Este es el origen de la Ermita de Alto Rey que se construyó, algunos dirán que por los Templarios, sobre la misma peña a más de 1800 m de altitud en el siglo XII. A su alrededor existió un humilde monasterio, que se usaba en los meses de verano, quedando durante la fría estación probablemente solitario o todo lo más ocupado por dos monjes que, por turno, se encargarían de mantener el culto en la altura. De las celdas y humildes edificaciones de este monasterio se encontraron restos al realizarse hace pocos años las obras de construcción del repetidor de televisión. La actual edificación es obra posterior, del siglo XVIII. Aunque en verano todos las localidades de alrededor recuperan algo de vida con quienes acostumbran ir a ellas a pasar unos días en esas fechas estivales, no sucede lo mismo durante el resto del año cuando la comarca se nos muestra como una zona muy poco poblada, con pueblos deshabitados y otros muy cerca de estarlo: en la mayoría apenas viven un par de familias y algunos jubilados que, a pesar de las dificultades, son los que mantienen en pie todos estos pequeños núcleos de población. La ascensión, con toda probabilidad la más dura de toda la provincia, se inicia junto al Molino de Villares o de la Luz, hoy abandonado, en las riberas del Bornova. Los dos primeros kilómetros trazan sucesivos lazos en la montaña, entre restos de casas derruidas, para alcanzar un primer alto y descender a continuación hacia el pie del pequeño pueblo de Villares de Jadraque, punto en el que reanudamos la subida. La carretera apunta ahora directamente a la sierra en la que se distinguen con claridad los dos picos y sus respectivas antenas hacia donde nos dirigimos. Un nuevo tramo, ahora mucho más llevadero, y hasta un breve descenso nos acercan a Bustares, nombre que deriva de "bustar", antigua palabra cuyo significado se relaciona con pastizales y zonas donde mantener al ganado vacuno, y de hecho, es uno de los pocos pueblos en los que aún se pueden ver vacas y bueyes por sus calles. La ermita de la Soledad a la salida da inicio a la pista más directa para alcanzar la cumbre, por donde suben muchos romeros el primer sábado de septiembre con la intención de pedir al Santo un deseo mientras dan vueltas alrededor del edificio y hacen hambre para dar buena cuenta de la tradicional comida campestre. Desde Bustares la ruta se estrecha y se hace más dura la ascensión, con alguna nueva herradura hasta llegar al conocido como alto de las Corzas donde da comienzo el tramo verdaderamente terrorífico de esta subida. Van a ser casi cuatro kilómetros en los que no nos quedará otro remedio que poner toda la carne en el asador para conseguir superar largos tramos con pendiente mantenida por encima del 10% y con rampas máximas del 12%. En lo alto las antenas parecen divertirse con nuestros sufrimientos y la soledad del paraje es tal que quizás lleguemos a percibir sus risas, mientras el panorama se va abriendo a nuestra visión, pero apenas si tendremos fuerzas para contemplarlo: más nos vale seguir concentrados que ya tendremos ocasión de gozar del espectáculo desde lo alto. Las cerradas puertas y el vallado de las antenas en un primer pico detienen por fin el suplicio y, si no venimos en BTT, no podremos continuar por la pista que a la derecha llega hasta un nuevo pico con más antenas y en el que se ubica la ermita que da nombre a la Sierra. Desde allí arriba la vista se extiende hasta las tierras de Soria y Segovia al norte, la campiña alcarreña al sur, hacia el oeste el macizo de Ayllón y las comarcas de Atienza y Siguenza al este. Un panorama espléndido de 360º tras una escalada inolvidable. |
Mapa situación:
La mayoría de los mapas están obtenidos del MAPA DE CARRETERAS editado por el Ministerio de Fomento o de Google Maps
|
© |
|