LA RIOJA VALDEZCARAY-COLLADO DE LAS TRES CRUCES
Ezcaray
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Altitud: 1568 m Distancia: 13,8 km Desnivel: 721 m Pendiente Media: 5,23 % Coeficiente: 130
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LR07
Valdezcaray-Collado de las Tres Cruces




Fotos cedidas por @txirrindularisdelmundo


Localización: Es la LR-416 que abandona el valle del Río Oja pocos kilómetros después de Ezcaray, pueblo al que debe su nombre.
Especificaciones: El suelo se halla en perfectas condiciones de asfaltado y señalización hasta la Estación Invernal. A partir de ese punto el firme se halla totalmente deteriorado y hace casi imposible su ascensión en bici de carretera. Las sombras son muy escasas y el tráfico también, salvo en temporada de esquí.
Fuentes: Desconocidas.
Descripción: El nombre, inconfundiblemente vasco de este puerto, hace probablemente referencia al significado del topónimo: Ez (de aitz-peña) y -caray (de garai-alta), algo lógico si tenemos en cuenta su ubicación en lo alto del valle del Oja en plena Sierra de la Demanda riojana. Es muy probable que durante los siglos X y XI, merced a la política repobladora de García Sánchez de Navarra (918-970), fuese habitada por emigrantes (monjes y colonos) procedentes de las tierras del Norte, bastantes de habla euskaldun, que dieron a sus asentamientos nombres vascos. Se sabe que a finales del siglo XIV el señorío de Ezcaray pertenecía a Pedro Manrique de Lara, a su muerte dejó en testamento a su esposa, Leonor de Castilla, el encargo de dar a su legítimo hijo, Pedro Gómez Manrique, Ezcaray y su valle con el mandato expreso de fundar mayorazgo con el nombre de señorío de Valdezcaray. Esta es la pequeña historia de su temprano origen, por lo que ahora pasamos a un breve repaso de su trascendencia en el anecdotario ciclista.
Ha sido final de etapa en la ediciones de 1989 (venció Perico Delgado), 1990 (Jean François Bernard) y 1991 (Fabio Parra). En esas tres ocasiones se trataba de una cronoescalada. Años antes había sido final de una etapa en línea con victoria de Sean Kelly, sobre el grupo de los más fuertes en la Vuelta de 1988, que acabó ganando; aunque en este caso la meta se situó en el Collado de las Tres Cruces en el que coronamos la Sierra de la Demanda.
Con todos estos datos podemos pensar que nos encontramos ante uno de los puertos más emblemáticos de la Península y nada más lejos de la realidad. Su importancia histórica se la han otorgado los nombres de grandes ciclistas pero no la exigencia de sus rampas. Es una ascensión bastante llevadera, si no elegimos un día de calor sofocante, y que permite un ritmo regular de pedaleo que apenas se va a ver afectado por sus prácticamente inexistentes rampas. Las únicas herraduras de la ascensión las encontraremos en el primer tramo, el más difícil, para luego convertirse en un trazado rectilíneo y totalmente expuesto a los rayos solares.
La Estación Invernal se halla ubicada en el km 14,2, pero aunque ahí acaban en la actualidad las pruebas ciclistas de todo tipo, aún podremos continuar nuestra escalada si llevamos ruedas apropiadas para soportar el estado lamentable del suelo, que hemos ido viendo deteriorarse más y más cada año. La única rampa del 10% se encuentra a poco de pasar la Estación y la exposición al astro rey es lo más dificultoso de los 8 km que aún nos quedan para coronar. Quizás podamos aún adivinar entre los escasos restos de asfalto las huellas de las pintadas que guardan memoria de los Kelly y Belda en aquél ya lejano 1988. ¡Qué tiempos! Al coronar el espectáculo merece bien la pena el esfuerzo invertido y, con bici de montaña podemos rodear la sierra hacia la Cruz de la Demanda si tomamos a la derecha o, si lo preferimos, descender hacia San Millán de la Cogolla tras ascender a la izquierda el Collado de San Lorenzo al pie del pico más alto de todo el entorno.



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