Localización: Tomamos en el mismo centro de Llodio-Laudio la calle Landaluce en dirección a Okendo por Malkuartu. Cuando llevamos recorrido un kilómetro dejamos esa carretra que continúa a la derecha y nosotros seguimos de frente hacia el barrio Larrazabal. No abandonamos en ningún momento la carretera que traemos y, al atravesar el citado barrio, la carretera se convierte en pista de hormigón hasta coronar en el alto junto a las antenas. |
Especificaciones: El asfalto se encuentra en buenas condiciones y unos 5 m. de ancha hasta Larrazabal, sin señalización horizontal; a partir de ese barrio se convierte en hormigón. Las sombras de un inmenso pinar cubren por completo la ruta y lo más normal es que no nos topemos con ningún vehículo en esa pista, ya que tiene su uso restringido a los vehículos de servicio de las antenas de la cumbre. |
Fuentes: Hay una a la izquierda en el punto de inicio. Otra 200 m después en un parque a la izquierda. Una tercera, también a la izquierda junto a la ermita de San Juan, y otra a nuestra derecha a un kilómetro de coronar. Ahora bien, no conviene detenerse en esta última durante el ascenso, pues es muy posible que no podamos reiniciar el pedaleo. Será mejor esperar al descenso. |
Descripción: Todos los aficionados a la escalada en bicicleta hemos debido enfrentarnos alguna vez a alguna de esas que llamamos “paredes” en las que cualquier desarrollo que llevemos será bienvenido y puesto inmediatamente en funcionamiento. Y hay también veces en las que acabamos echando en falta unos piñones algo más grandes y, si no somos puristas, un bien agradecido tercer plato. Desde aquí retamos a cualquiera de esos puristas a que se atrevan con esta ascensión de poco más de 6 kilómetros, en los que el primero es en realidad un falso llano que sirve de aproximación al Infierno. Los tres siguientes van ganando paulatinamente en dificultad hasta situarse el último de ellos en una pendiente media cercana al 9% y con alguna rampa por encima del 10%. Al llegar a Larrazabal ya podemos darnos por satisfechos y renunciar al temido Infierno. Hasta ese barrio la ascensión se hace agradable, con un par de curvas de herradura y entre pinos y caseríos que van quedando a derecha e izquierda de nuestra ruta. Sin abandonar en ningún momento esta carretera veremos cómo el suelo deja de ser asfalto para convertirse en hormigón, pero en tan buenas condiciones que no vamos a poder utilizarlo como argumento para el abandono de nuestra empresa. Al pasar por una barrera de color verde y un cartel que indica la prohibición del paso a vehículos no autorizados, que parece recordarnos que quien avisa no es traidor, ya no habrá descanso hasta la cima. Los dos kilómetros y medio que nos faltan para coronar van a ser lo más parecido al Infierno con que nos hayamos encontrado en nuestra trayectoria ciclista. Nos recibe una rampa del 20% y una herradura izquierda que nos alejan de la realidad para situarnos frente al kilómetro más impresionante que se pueda encontrar en carreteras vascas e incluso asturianas, donde la terrorífica “Cunya les Cabres” del Angliru no alcanza los casi 18% de pendiente media de estos mil metros. Si a ello añadimos una salvaje herradura a la derecha en la que nuestro clinómetro se mantiene sin interrupción por encima del tope máximo, que es del 27%, la victoria del diablo en forma de rendición está casi asegurada y sólo los más fuertes de mente y piernas podrán superarla sin echar pie a tierra. Una fuente tentadora nada más vencer esta tremenda rampa nos llama a dejar el sufrimiento, aunque si caemos en la tentación, quizás no podamos reiniciar de nuevo el pedaleo. Y si alguien piensa que ya han acabado sus sufrimientos está totalmente equivocado porque el último kilómetro tampoco baja del 16% de media y todavía encontraremos rampas por encima del 20%. Cuando, por fin, divisamos por vez primera la antena donde van a acabar nuestras cuitas deberemos aún hacer un postrer esfuerzo en la rampa final, también cercana la fatídico 20%. Y si alguno de vosotros es aficionado a los libros juveniles de Tintín, creerá que se halla en la luna, ya que las antenas de la cima recuerdan a aquel inolvidable libro del intrépido aventurero que llevaba por título “Objetivo: la Luna”. Y aunque es de día y sólo estamos a poco más de 700 m. de altitud nos sentiremos auténticamente soñando y en el cielo, con vistas magníficas hacia la Sierra Salvada, el monumento a la Virgen de Orduña y a sus pies las bellas tierras de Ayala.
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Mapa situación: |
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