Localización: Hasta el puerto de Navacerrada seguiremos la M-601 desde la localidad de Collado Villalba, al Norte de la capital madrileña. Al coronar deberemos tomar a mano derecha, dentro ya del parking, en dirección a la Cruz Roja y la Estación del Telesilla por una pista que ya aparece señalizada como de acceso a la Bola del Mundo. |
Especificaciones: Muy buen firme, señalizado y ancho hasta el puerto. Las sombras abundan hasta este primer alto y, lo más molesto, es el abundante tráfico que soporta. Al entrar en la pista el asfalto desaparece y da paso a un suelo cementado, con muchas grietas y tramos incluso descarnados de difícil tránsito. De todas maneras es accesible a las bicis de carretera si llevamos buenos neumáticos. Sin sombra alguna ni tráfico motorizado. Confiamos en que próximamente se lleve a cabo la reparación que todos deseamos. |
Fuentes: La llamada de los Geólogos, dos kilómetros antes de coronar Navacerrada, a la izquierda. Ninguna en la pista final. |
Descripción: Hemos optado por altigrafiar la subida a La Bola del Mundo tras la ascensión a Navacerrada por la ruta de Collado Villalba, ya que es la más directa desde Madrid. Aunque, al hallarse en el mismo alto, podemos acceder a su inicio por cualquiera de las otras dos vertientes (la de las 7 Revueltas o la de Cotos) o, incluso, por los pueblos de Guadarrama o Cerceda. El Puerto de Navacerrada, uno de los más populares de la geografía madrileña y que tantas batallas ha provocado en diversas pruebas ciclistas, es bien conocido por todos los aficionados de la zona. Desde una rotonda a la salida de la localidad que da inicio a nuestra aventura las primeras rectas son apenas un aperitivo de lo que nos aguarda. Antes de alcanzar el cruce hacia Collado Mediano ya habremos tenido que superar algún kilómetro de pendiente cercana al 6%. En el siguiente tramo suaviza mucho el trazado aunque todavía nos encontraremos alguna zona por encima del 5%. Al dejar a nuestra derecha el pueblo que da nombre al puerto, la dureza se empieza a notar con claridad en las piernas. Desde ese punto ningún kilómetro tendrá una pendiente inferior al 6% y bastantes de ellos la cifra se sitúa por encima del 8%, especialmente al alcanzar la zona del Ventorrillo donde alguna rampa superará incluso el 10%. Los cuatro mil metros finales son, con diferencia, los más duros de toda la ascensión, hasta que coronamos en la Estación Invernal y su complejo turístico. Este puede ser un bonito final de la aventura para todo el que haya sufrido en exceso en los 18 kilómetros que se llevan ascendidos, porque los más de 3 kms. que aún nos faltan para acceder a la cumbre de la Bola del Mundo sólo podrán ser superados por los más valientes. En ese tramo final vamos a tener que vencer un desnivel de 400 m, lo que supone una pendiente media cercana al 12% y eso son palabras mayores cuando llevamos 20 kms sobre nuestra bicicleta. Nada más entrar en la pista de hormigón, una primera rampa nos pone frente al puesto de la Cruz Roja, que dejaremos a nuestra derecha tras tomar una herradura izquierda con el suelo muy deteriorado. Enseguida llegaremos a la altura del casetón del telesilla donde iniciaremos una larga recta cuyas rampas se sitúan desde ese punto entre el 12 y el 19% en progresión constante. Este es el tramo de mayor dificultad que deberemos superar con holgura para proseguir en nuestro empeño, mientras el tendido del telesilla nos invita a una ascensión mucho más cómoda y atractiva para gozar del espléndido panorama que ya empezamos a dominar desde el punto en el que nos encontramos. Y es que nos hemos situado ya por encima de los 2000 m y muy pronto, tras un tramo muy corto de suelo prácticamente de tierra, empezaremos a divisar allá en lo alto las antenas de la cima que nos aguarda. Dejamos a la derecha una entrada cementada para empezar una sucesión de herraduras que bien podríamos catalogar en términos tenísticos de "mortales de necesidad", ya que su pendiente se acerca con claridad meridiana al 20% en algún punto concreto. El suplicio encuentra su momentáneo reposo (que no final) tras una herradura izquierda que nos deja junto al casetón final de ese telesilla que nos viene provocando una enorme envidia desde hace ya demasiados minutos. Este tramo es prácticamente llano y traza una última curva en U a la derecha, también llana, que nos sitúa ante una recta escalonada y definitiva que alcanza el 18% en el comienzo y el 17%, que ya venceremos sin especiales agobios, en sus 100 m finales. Así habremos logrado, como Tintín, nuestro objetivo. Para él fue la Luna y para nosotros la Gloria, en la puerta de una Estación de Telecomunicaciones que se parece a la portada del libro del personaje de nuestras lecturas adolescentes. Los montañeros, que acceden continuamente a este enclave para seguir ruta por su crestería, nos detallarán todo lo que nuestros asombrados ojos alcanzan a divisar en la gran llanura que tenemos a nuestros pies. Nos vamos a sentir los reyes del Universo.
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