Localización: Difícil; si no lo vemos claro, mejor preguntar. En la localidad de Lucena, en plena subida al Puerto del Remolcador, llegamos a un doble cruce que a la izquierda se dirige a Argelita y a la derecha hacia el centro del pueblo. Tomamos esta última dirección y a unos 150 m. tomamos a la izquierda por la ruta que se dirige hacia el río Lucena que discurre por el valle a los pies de la población. Tras un descenso de varios kilómetros y cuando nos ponemos a la altura del río hacia su nacimiento, llanearemos un poco y enseguida nos aparecerá, junto a unas casas, un cartel a la izquierda que marca Más de la Costa. Al leer en el suelo “Aquí empieza el infierno” ya no tendremos dudas. |
Especificaciones: Es una ruta que permite justo el paso de un vehículo, por lo que nos podríamos encontrar en serios problemas, especialmente en la zona de tremendos precipicios que atravesaremos en el tramo final. Aunque es verdad que es muy difícil que nadie se aventure por estos parajes. El suelo está asfaltado, muy bien, hasta un primer collado en el Km 1,6. En ese punto se convierte ya en pista de cemento pero en unas condiciones perfectas para nuestras bicis de carretera. Las sombras aparecen en el primer y último tramo, aunque no abundan. Imprescindible llevar desarrollo adecuado. |
Fuentes: Desconocidas. |
Descripción: Quien informó a Claudio Montefusco, catalán experto en altimetrías de toda Europa, de la existencia de esta pared ya le advertía:”si eres capaz de hacer dos series en Más de la Costa, la Cueña les Cabres no te hará sufrir demasiado”. Razón tenía. Esta ascensión a una masía prácticamente abandonada, salvo quizás alguna tarde veraniega, es una de las subidas más exigentes que hemos realizado los autores de esta web. Se asemeja bastante a Bernia, junto a Altea, por la longitud y la dureza de sus rampas, aunque quizás la escalada castellonense tenga más descansos, por llamarlos de alguna manera. Con decir que al iniciarse la primera rampa ya podemos leer en el suelo “Empieza el Infierno”, creemos que nadie puede alegar que no estaba avisado. Los primeros 1600 m. por asfalto nos adentran, tras algunas curvas iniciales, en un pinar mientras pedaleamos pegados a la izquierda al flanco de la montaña, por un trazado bastante rectilíneo y en el que las rampas ya superan en multitud de ocasiones el 15%. Si conseguimos llegar al collado donde se inicia el hormigón, deberemos medir bien nuestras fuerzas para optar por continuar nuestra aventura hacia la derecha o descender sin más hasta una masía que se contempla perdida en el fondo del nuevo barranco que divisamos desde ese punto. Suponemos que habéis elegido la opción más atractiva, sin duda, y esperamos que no os arrepintáis. Esos primeros mil metros en el cemento nos van a obligar a poner toda la carne en el asador, si no lo hemos hecho antes, porque van a alcanzar una media del 14% con muchas rampas por encima del 17% y hasta un 21% en algún momento puntual. Las continuas herraduras nos evitan al menos ver ese millar de metros todos juntos frente a nosotros: nuestra moral no lo resistiría. Doscientos metros en que la media no llega al 10%, incluso con una ligera bajadilla (que igual no lo es, pero ya hasta nos lo parece), nos van a suponer un auténtico descanso para la respiración que ya empieza a escucharse en demasía. Y otra vez el Infierno. Un tramo bastante recto en el que las rampas se suceden hasta alcanzar de nuevo un 21%, en el que la única manera de recuperar el aliento será aprovechar los cortos tramos de unos 10 ó 15 m. en que la pendiente suaviza (es un decir) hasta trazar una fuerte herradura izquierda y entrar en una nueva zona más suave de unos 30 m. y adentrarnos en un pequeño pinar. Nuevas herraduras nos hacen ganar altura hasta ver una masía en lo alto, punto al que confiamos llegar vivos. Pero antes de la gloria, rampa al 20%, nuevo descanso y rampón final de postre al ¡22%! para que el cielo nos lo hayamos merecido. Una cabaña a la izda y otra abandonada frente a ella señalan que ya lo hemos logrado. Lo mejor: parada a admirar el impresionante espectáculo del barranco a nuestros pies con un desnivel de 500 m. mientras volvemos a ser nosotros mismos aunque, eso sí, más héroes que hace media hora cuando iniciábamos nuestro reto. El descenso suave hacia la masía que da nombre al lugar (Costa quiere decir “cuesta” y no terreno junto al mar) lo realizamos comentando con los colegas los avatares de una escalada que quedará en nuestra memoria como una de las más duras que hemos realizado en la vida. Paseamos entre las casas de la masía y dejamos de frente la pista de tierra que nos llevaría a Sant Joan de Penyagolosa. Y si el vértigo es una de nuestras “virtudes”, que Dios nos pille confesados en la vuelta a tierra firme, junto al apacible río Lucena.
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Mapa situación: |
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