Localización: En la carretera que desde Villoslada de Cameros conduce a Vinuesa (LR-333 y luego SO-832). El puerto se inicia en el puente sobre el río Mayor, poco antes de llegar a Montenegro de Cameros. |
Especificaciones: Carretera de reciente asfaltado, de suficiente anchura, con línea central y escaso tráfico. Por esta vertiente no hay prácticamente ninguna sombra salvo en los dos últimos kilómetros. Restricciones en época invernal por las nevadas. |
Fuentes: En Montenegro de Cameros, frente al bar de la carretera. Y a 800 m de la cima la llamada Fuente del Agua de la Miel, de chorro abundante y fresco en cualquier época del año. |
Descripción: Montenegro de Cameros, enclavado en tierras riojanas pero que continúa perteneciendo a la lejana Soria, es nuestro pueblo de referencia para la bonita ascensión que os proponemos. Tal topónimo parece responder a su fama de ser “un hechizo bajo la mirada de la Peña Negra”, que preside todo el entorno desde sus más de 2000 m de altitud. Puedes hablar con los vecinos mientras te detienes en la fuente del centro del pueblo y, si tienes suerte, quizás puedas escuchar de sus labios esta copla: “Cuando brama el Pozo Urbión y responde Peñacerrada, dicen los de Montenegro: «Serrano, coge la alforja y a casa”. En este municipio las tonalidades de la vegetación contrastan con el color oscuro, casi negro, de la piedra pizarrosa que abunda en la comarca y que le dio nombre. Diremos que Montenegro de Cameros es la clásica población recostada sobre las laderas de una montaña, cuyo punto de mayor altura es ocupado por las dos iglesias que aquí existen: la iglesia parroquial de la Asunción, construida en el siglo XVI, y la ermita de San Mamés, un templo románico tardío posiblemente del siglo XIII. Sus casas son de piedra de mampostería y sillería, lo que hace que en verano estén fresquitas, manteniendo en los duros inviernos el calor de los hogares. Podemos perdernos por esas calles que te llevan a recorrer los paisajes aledaños llenos de hayas, pinos, acebos… sin salir del pueblo. En un día tranquilo veremos pasear al ganado que da sustento a las familias que aquí viven. Y de fondo de escenario, el colorido de la naturaleza, que varía según la estación en que nos encontremos: el festival de colores empieza en primavera con el imponente verde, pero también tenemos el brillo del verano, los ocres del otoño y el blanco de la nieve en invierno. El silencio, la tranquilidad, la vida relajada de sus gentes, sus conversaciones en la plaza o el calor de un buen puchero delante del hogar. En definitiva, la sencillez de disfrutar de la vida. Pues bien, en esta bonita localidad iniciaremos una larga ascensión, por encima de los 10 km de los que una reciente reparación ha restado algún centenar de metros, con una pendiente mantenida cercana al 5%, salvo en el tramo central donde se debe superar una rampa máxima del 12%, si bien solo alcanza esa cifra durante una decena de metros. Tendremos una dificultad añadida si venimos desde la vecina Rioja, por cuanto los kilómetros de aproximación al puente sobre el río Mayor donde ponemos el inicio de la altigrafía, siempre pican para arriba y nos irán desgastando. Lo mejor de la subida a partir de Montenegro de Cameros es que permite subir con un ritmo sostenido y en grupo. Las vistas son magníficas y nos dejan contemplar en varios kilómetros tanto el recorrido realizado como lo que nos falta para coronar: así podremos ver dónde se han quedado los compañeros más flojos y la enorme distancia que nos llevan los más dotados. Hay algunas zonas que nos facilitan con su menor dificultad recuperar el aliento en caso de necesidad y siempre, si lo vemos preciso, podremos recurrir al truco de alabar las excelencias del Agua de la Miel para detener nuestra marcha y, ya en solitario, coronar a nuestro aire. Una recomendación: tomaos un torrezno a nuestra salud en el bar de la Estación de esquí en el alto. Capricho de dioses. |
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