Comentario: La Sierra de los Filabres se extiende por la provincia de Almería de Este a Oeste durante unos 50 km. limitando en este extremo con la Sierra de Baza que, realmente, pertenece a la misma cadena montañosa y que, al cambiar de provincia, lo hace también de nombre.
Es precisamente en este límite provincial donde se ubica la más occidental de las carreteras que atraviesa la dorsal montañosa, cuyas altitudes se mantienen constantemente próximas o superiores a los 2.000 m. de altitud. Tal es así que en los Filabres son varias las vías asfaltadas que superan esta nada desdeñable cifra, todas ellas en la provincia de Almería: Tetica de Bacares, Calar Alto y el Puerto de Escúllar, que ahora nos ocupa.
Si en la península no son muchos los puertos que sobrepasan la barrera de los 2.000 de altitud, este puerto de Escúllar, uno de los más desconocidos entre los aficionados, sigue inédito en carreras profesionales, a pesar de lo dicho y de contar con unos números similares, por ejemplo, al bien afamado puerto de la Bonaigua.
Vamos a comenzar la subida en el río Nacimiento, que confiere su nombre a la comarca en que nos encontramos, concretamente a unos 500 m. de la localidad de Abla. Tras los primeros compases del puerto, dejaremos abajo la ibera Abula a la par que nos adentramos en las desérticas laderas de los Filabres. La apariencia actual de estos parajes viene propiciada por el sobrepastoreo, la roturación incontrolada, la tala indiscriminada para la obtención de combustible y la sobreexplotación del terreno que tuvo lugar en el S.XIX cuando se inició el proceso de liberalización minera.
Todo lo más que encontramos, a día de hoy, en estos primeros compases del ascenso es un bosque de aerogeneradores, a más de los olivos en las proximidades de Abla, almendros, sembrados cercanos al río, arbustos y el omnipresente esparto.
Tras un par de kilómetros sin demasiados sobresaltos, giramos a la derecha en dirección a Escúllar para afrontar, aún sin tiempo de haber calentado motores, el primer y tempranero descanso del puerto.
Bien entrado en el cuarto kilómetro, en una vaguada a derechas, se retoma nuevamente el ascenso, si bien los inmediatos kilómetros se caracterizan por una cierta irregularidad consistente en rampas de pendiente considerable rotas por leves falsos llanos. No será hasta el cruce de Escúllar cuando el puerto adquiera una tónica uniforme hasta prácticamente la cima.
Esta pequeña población serrana, formante junto con Doña María y Ocaña del municipio de Las Tres Villas, quedará a nuestra derecha, perfectamente visible desde la carretera, con el blanco de la cal de sus casas entremezclado con el parduzco color de la pizarra que abunda en los Filabres y que se emplea para las características construcciones de la zona.
El cartel de vialidad invernal, tras el cruce, nos da la venia para proseguir la escalada sin preocuparnos de la presencia de la nieve en las zonas más altas.
A partir de aquí, las rampas sin grandes porcentajes nos permiten ir adquiriendo velocidad de crucero, ese ritmo idóneo cuando se afrontan puertos tan largos. Una vez que encontramos el pedaleo adecuado, sólo resta disfrutar. Y es que, bajo nuestro punto de vista, es éste un puerto ideal para la práctica cicloturista: nulo tráfico, grandes vistas y pendientes asequibles.
La carretera, amplia, algo rugosa, se caracteriza por la sucesión de largas rectas y la presencia de alguna herradura para desacer la monotonía de estos kilómetros. Hacia el Sur la presencia de la nieve en las cumbres de Sierra Nevada es cada vez más visible, mientras que entre el declive de esta cadena y el inicio de la Sierra Alhamilla comienza a intuirse la presencia del mar y las ciudades costeras, entre las que destaca Almería.
Especialmente bello resulta el claroscuro que se forma entre las desérticas lomas y ramblas que dominan un horizonte quebrado por la verticalidad de los molinos. Precisamente en algunas ramblas se agazapan rodales de pinos, mientras que en lomas más altas algunas manchas de encinas resisten los envites del severo clima reinante.
Un cambio significativo vendrá a producirse poco después de mediado el km. 17: el piso se vuelve más rugoso y deteriorado y la carretera se estrecha considerablemente, signo inequívoco de que transitamos por una carretera de alta montaña.
Al punto trazaremos una herradura a derechas para coronar unos cientos de metros más tarde un collado, denominado “de la Cruz”, tras el que la carretera dibuja un giro a izquierdas que nos permite visualizar los próximos kilómetros de ascenso y las manchas de encinas que atisbamos unas cuantas herraduras más abajo. Tras un par de recodos aparece la cortijada de El Haza del Riego, uno de los pocos reductos de civilización que vamos a encontrarnos hasta Caniles.
Al punto, torcemos la última herradura del puerto y encaramos los seis kilómetros finales. La carretera se ha vuelto más entretenida y revuelta. Ello, unido a la aparición de la vegetación y de la sensación de proximidad a la cima nos insufla ánimos para afrontar este trayecto final.
Las balizas hacen también acto de presencia, signo inequívoco de la altitud a que nos hallamos, y pronto aparece un pinar en la margen izquierda de la carretera que se extiende hacia el poniente. Parecen ser pinos de repoblación, aunque hay que mencionar que, precisamente, una de las joyas del Parque Natural de la Sierra de Baza son sus bosques de pino silvestre relicto.
Las vistas en esta zona alta son indescriptibles. La panorámica abarca las Sierras Alhamilla, de Gádor y Nevada, además de la costa almeriense al Sur.
Un último descansillo traba el final del puerto al llegar a la loma de las Bazanas. Aunque la nieve en los Filabres no suele aguantar demasiado, tampoco es raro, según la época, encontrar alguna manchilla aislada.
Un poco más arriba echamos un vistazo hacia el levante donde se sitúa Calar Alto, siendo visibles los observatorios allí emplazados. Algún hueco en la cuerda de la montaña nos permitirá ver también, hacia el Norte, la inconfundible pirámide rocosa del pico de la Sagra.
Finalmente coronamos en un suave collado, justo cuando nos adentramos definitivamente en el pinar. Según los mapas, la carretera entra y sale en varias ocasiones de la provincia granadina en los últimos kilómetros de ascenso, antes de coronarse el puerto en una zona limítrofe. Sin embargo, el cartel de linde provincial lo encontramos después del puerto, en un altillo situado al pie del pico Padilla (nombre éste por el que también es conocido el puerto), pero que se eleva unos metros por debajo de donde situamos la verdadera cima, motivo por el cual hemos optado por considerarlo almeriense en sus dos vertientes.
Fotos:
Puente sobre el río Nacimiento, comienza puerto:
Primeras rampas con Abla y Sierra Nevada al fondo:
En el tercer kilómetro dejamos a la izquierda el cruce de la Estación de Abla:
Disfrutamos de un falso llano:
Y en esta vaguada a derechas retomamos el ascenso:
Se sucede alguna que otra herradura:
Después de pasar bajo la vía del tren, la pendiente alcanza el 10%:
Pronto el desierto se apoderará del entorno:
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