Comentario: Linares de la Sierra es uno de esos pueblecitos serranos que enamoran con un simple paseo. Poco más de 300 habitantes, casas blancas, calles decoradas de manera peculiar con empedrados, los denominados “llanos” o “cuadros”, en la entrada de cada casa. En su arquitectura destaca el coso taurino, adosado a la Iglesia de San Juan Bautista (S.XVIII) e incrustado en la estructura urbanística como una plaza más de la localidad.
Escoltado por el Norte por la sierra que recibe su nombre, Linares descansa en lo profundo de un valle, como si quisiera escabullirse –inútilmente- de los numerosos visitantes que, atraídos por su merecida fama, acuden a pasear por sus recovecos y empinadas callejuelas.
Abandonamos el pueblo en un kilómetro de los que dejan huella. Rampas de doble dígito salpican la carretera que se apresura rauda en busca del cruce con la HU-8105. Un pinar flanqueará nuestro ascenso durante estas primeras estribaciones que, después del cruce, dará paso al tan característico encinar de las sierras onubenses.
Entre tanto, a nuestra izquierda dominamos el valle con una amplia visión sobre las colinas cercanas. El típico paisaje de la Sierra de Aracena consiste tan sólo en una sucesión de lomas que se pierden en el horizonte buscando la planicie del mar o bien la continuidad de otras lomas que parece no tener fin.
Donde los incendios no han hecho estragos, predomina la dehesa y el castaño, mientras que el pino de repoblación y el monte bajo dominan comúnmente las zonas damnificadas por el fuego devastador.
Desde el cruce, la pendiente ha descendido notablemente hasta situarse próxima al 6% y así, sin sobresaltos, se mantendrá hasta que tomemos la cima del puerto de Linares, junto a un mirador que, honestamente, no merece la pena visitar, pues no nos ofrece ningún cuadro reseñable. Más bien parece que desde allí salga un sendero para disfrute del caminante. Señalados quedan ambos hitos para quien pueda interesar.
El descenso es corto y rápido, pero lo que más nos llama la atención es la abundante vegetación que, por momentos, llega a cubrirnos. Especialmente espléndida se muestra hasta llegar a una vaguada a izquierdas, a partir de la cual las curvas dan paso a una zona más abierta y rectilínea que nos sitúa, primero, en el cruce hacia el pueblo de Alájar e, inmediatamente después, en el que hemos de tomar camino de Fuenteheridos, previo paso por el puerto de Alájar.
Tras la intersección, en la que enlazamos con la vertiente procedente del pueblo de Alájar, continúa el ascenso con una primera curva en herradura en la que la pendiente alcanza el 11% y que vendrá seguida por otras dos más. Precisamente en la tercera se sitúa la Peña de Arias Montano.
Este lugar parece haber estado reservado para la meditación y el descanso desde hace siglos, como muestra la constante presencia de ermitaños en la zona. Tal es la importancia del enclave que incluso el nombre de Alájar significa en árabe “piedra”. Pero la actual nomenclatura le viene dada por el humanista Benito Arias Montano, quien se retiró a este lugar buscando la paz y sosiego necesarios para un profundo estudio de las sagradas escrituras.
En la Peña encontramos, entre otros monumentos, la ermita de Nuestra Señora de los Ángeles, de origen medieval, que guarda la imagen de la patrona de la sierra.
Precisamente por la Sierra de los Ángeles, continuación meridional de la de Linares, ascendemos en pos del puerto. Llevaremos dirección norte durante casi un kilómetro –algo más exigente que el anterior- hasta que una última herradura nos haga torcer la marcha. Si la panorámica en el puerto de Linares era bella, ahora va a resultar excepcional, culminándose en la cima del puerto con un nuevo mirador en el que la parada resulta obligatoria y desde el que contemplaremos el pueblo de Álajar, las sierras circundantes e incluso la costa onubense.
Fotos:
Comenzamos en las mismas calles de Linares de la Sierra:
El primer kilómetro presenta un firme algo irregular:
Y rampas durísimas de hasta el 15%:
Al llegar al cruce, la pendiente disminuye y la carretera mejora:
El puerto de Linares es agradable y cuenta con sus zonas sombreadas:
Coronamos junto a un mirador:
Tras un corto descenso, retomamos la subida:
Varias herraduras adornan el puerto de Alájar, como ésta junto a la Peña de Arias Montano:
Las rampas no bajan del 6% y a veces alcanzan el 10%:
Última paella:
Recta final:
Coronamos… ¡Y el puerto tiene cartelito y todo!
La foto en el mirador de la cima es de rigor:
Desde arriba se divisa el pueblo que da nombre al puerto y las sierras colindantes, que se pierden hacia el Sur, donde aguarda el Atlántico:
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