Comentario: Será quizás el tipo de carretera: estrecha, serpenteante, escénica... O quizás la alternancia de rampas duras y descansos, o el cambio que sigue el trazado de la carretera de una ladera de la montaña a otra para seguir ascendiendo cuando podríamos pensar que hemos coronado, o simplemente por todo esto en su conjunto, pero el caso es que de entre todos los puertos que rodean la Sierra de las Nieves –Madroño, Ojén, Abejas y Viento- es este último el que verdaderamente nos ha encandilado. Partimos desde El Burgo, cuya situación geográfica en el fondo del valle provoca que abunden los olivares y campos de cereal, en claro contraste con los pinares que adornan la mayor parte de las lomas y faldas de algunas de las montañas circundantes. Esta excelente situación del pueblo ha favorecido la presencia humana desde siglos atrás, no existiendo acuerdo entre los estudiosos de hoy día sobre su verdadero origen. El Viento tiene ese algo, esa magia que impregna los puertos emblemáticos y que los convierte en eso, en emblemáticos. Tan solo le falta un leve toque de dificultad para estar a la altura de su afamado vecino gaditano, el Puerto de las Palomas, pero del resto anda bien sobrado. Nos embelesa con prontitud, desde el comienzo. Todo -sus clásicos quitamiedos blancos, las vistas de El Burgo y su escolta: la Sierra Prieta y la de Alcaparaín; la Sierra de las Nieves a nuestra izquierda, de la que nos separa un barranco- todo nos seduce, a la par que sus rampas nos van colocando en nuestro sitio: nada de exhibiciones que luego se puedan pagar... ¡Debe ser el puerto de tercera categoría más duro que se haya transitado en la Vuelta! Antes de darte cuenta habrás subido un par de piñones, sin saber qué te pasa. Pues es muy sencillo: las rampas alcanzan el 10 y el 12 % en algunos tramos continuos. Ganamos altura sobre el pueblo, cada vez más lejos, y también perspectiva sobre el valle del río Turón. Nos embriagan los aromas serranos y la visión del cartel del mirador nos tienta seriamente a detener nuestra marcha y regalarnos el grato respiro de una perspectiva sobre el cada vez más espectacular entorno. Definitivamente nos ha hechizado. Continuamos cautivados nuestra marcha con gozoso –aunque tosco- pedalear hasta alcanzar, por fin, un descansillo y el segundo mirador, el del guarda forestal. Desde aquí, si tenemos a bien asomarnos, el panorama se completa con la visión de los roquedales de las sierras próximas, unas sierras que ofrecen parajes de especial arrobo como el tajo del valle de Lifa. Ahora la pendiente sí que nos ofrece un verdadero respiro, hasta coronar un primer altillo rodeado de montañas calizas. En este momento, antes de la bajada, es cuando vamos a cambiar, casi sin percibirlo, de ladera. El barranco queda ya a nuestro lado: estamos a la espalda de la Sierra de las Nieves. Cuando comencemos a subir de nuevo, veremos a la derecha el valle del Guadalteba y pronto atisbaremos entre dos riscos el collado donde concluye el puerto. Algo más de tres kilómetros nos separan del final: ya no existe antídoto que deshaga el filtro del encantamiento: no podemos más que rendirnos ante tanta maravilla. Y por si fuera poco, el puerto nos hace un último regalo: una panorámica excelsa sobre Ronda y las sierras colindantes, incluida la de Grazalema. Y no creáis que anda falta de raigambre histórica esta ascensión, pues el puerto del Empedrado, cuyos restos aún se conservan a unos centenares de metros de nuestro puerto y a mayor altitud, era paso obligado de las legiones romanas en el trayecto de Acinipo (Ronda la Vieja) hacia Malaka (Málaga) en época de Trajano, lo que valió el privilegio imperial a El Burgo. Así pues, El Viento debe ser el único puerto de primera categoría en sentido completo a excepción de por su dureza. Ésa se la quedó toda y con empacho su bien afamado hermano francés... Y por algo son parientes.
Fotos: Primeras rampas aún junto a El Burgo:
Continuamos entre olivos:
El Burgo al pie de la Sierra Prieta:
Son constantes las rampas al 10%:
Abandonados los olivos, nos adentramos en un hermoso pinar. El Burgo cada vez queda más abajo:
Carretera en perfecto estado. Pronto las vistas sobre la Sierra de las Nieves serán inigualables:
El barranco es de los que quitan el hipo, aunque por fortuna queda a nuestra izquierda:
Estamos cercanos a alcanzar un primer altillo:
Otro vistazo atrás, a la derecha contemplamos las cumbres de la Sierra de las Nieves:
Coronamos el primer altillo. En breve cambiaremos de ladera:
El barranco, ahora, a nuestra derecha:
El trazado de la carretera es espectacular:
Se podría pensar que un túnel orada la montaña:
La cima está al alcance... de nuestra vista...
Y de nuestras piernas:
Espectacular la panorámica del valle del Guadalteba:
Ya en la cima observamos los últimos km.:
La foto de rigor con el cártel del puerto (la altitud indicada es errónea):
Desde la cima, la vertiente Sur del puerto. Al fondo Ronda con la Sierra de Líbar detrás y la Sierra de Grazalema a la derecha:
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