Especificaciones: Muy importante si no queremos que nuestra ruta se vea frustrada. Como nos vamos a adentrar en el P N de los Alcornocales, un guarda nos va a requerir un permiso de acceso obligatorio y, sin el cual, no nos van a dejar pasar. Dicho permiso hay que solicitarlo por correo electrónico a pn.alcornocales.cma@juntadeandalucia.es indicando la fecha para acceder al Pico Montero, el nº de personas, nombre, domicilio y DNI de uno de ellos. Nos mandarán el permiso (lo imprimiremos y llevaremos en todo momento) y un mapa. Una vez dentro no hay más que seguir la carretera asfaltada hasta el inicio del puerto. El asfalto está en perfecto estado, excepto por un derrumbe aislado que no nos impedirá disfrutar de la subida. Encontraremos señalización horizontal y vertical. Las sombras son abundantes y el tráfico, como cabe suponer, prácticamente nulo, de no ser por los vehículos de los distintos operarios forestales del Parque.
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Comentario: Antes de leer la descripción del ascenso al Pico Montero (E.V.A. 11) os aconsejamos, si no lo habéis hecho ya, que leáis previamente los apartados de “localización” y “especificaciones” varias líneas más arriba. Decíamos que para acceder al Pico Montero hay que solicitar un permiso, permiso que nos van a requerir en el cruce de la A-2304. Pues bien, una vez hemos accedido al Parque Natural aún no vamos a comenzar la subida a esta preciosidad de puerto, sino que nos veremos forzados a recorrer previamente casi 15,5 km., de los que inicialmente hay algo más de tres en suave subida y los restantes en tendidísima bajada. Es importante apuntar este dato para no llevarnos sorpresas, sobre todo a la hora de calcular nuestras rutas por la zona. Esta “previa”, bastante cómoda si no sopla demasiado viento, nos servirá, además de como calentamiento, también como primer contacto con el entorno de uno de los Parques Naturales más sorprendentes de Andalucía. En algún momento veremos la cumbre del Pico Montero, inconfundible por las instalaciones militares del E.V.A. 11 en su cima. El ascenso inicial concluye junto a las pistas que se remontan hasta el Pico del Aljibe, mientras que el largo y apacible descenso posterior lo daremos por terminado tras una cerrada curva a izquierdas en un collado (los mapas topográficos sitúan muy próximo el puerto del Higuerón) y, tras un breve falso llano ascendente y su correspondiente ración de descenso, situaremos, por fin, el “complicado punto de inicio” del puerto, tras una curva a derechas junto a la que parte una pista de tierra. A partir de este momento la carretera no hace más que subir hasta la cima aunque, como se puede advertir por el perfil, no cabe esperar ningún sobresalto en forma de rampa inhumana… El ascenso al Pico Montero es de los que podemos catalogar como típicamente cicloturistas, tal vez una de las más agradables sorpresas que nos hemos llevado en nuestra andadura ciclista hasta tal punto que lo situamos en nuestro podio particular de puertos gaditanos, acompañando ni más ni menos que a las Palomas y el Boyar. Y ello se debe tanto a su trazado como a su singular belleza. Para empezar, la vegetación estará presente desde el inicio hasta el final, fruto de la humedad reinante en esta zona de la provincia de Cádiz vecina al Estrecho. Si uno acostumbra a rodar por Andalucía, se sorprenderá de la frondosa verdura que nos rodea e incluso nos cubre y más incluso que el por estos Lares omnipresente alcornocal llama nuestra atención el fragante bosque de pinos que se desparrama por la ladera de la montaña. De inicio remontaremos una garganta o canuto, como son mejor conocidos en la zona, a la sazón uno de los puntos más quebrados del recorrido, y del que han hecho su feudo buitres y demás rapaces que se enseñorean desde los cielos gaditanos. Tampoco resultará extraño verlas posadas en roquedales aledaños a nuestro camino. Es en lo profundo de los canutos donde se conservan, desde el terciario, los bosques de laurisilva, aunque para disfrutarlos hay que hacer camino a pie. Y es también en las zonas bajas donde podremos encontrarnos, destacado entre la habitual fauna montaraz de nuestros bosques, a uno de los habitantes más característicos del Parque, el fugaz meloncillo. Al concluir el cuarto kilómetro, tras una suave herradura a izquierdas, abandonaremos la garganta para ir encaramándonos claramente en la ladera del Pico Montero. Podemos hacer una breve parada para repostar agua y de inmediato nos adentramos en la zona más revirada del puerto, donde prácticamente no dejarán de seguirse las curvas de herradura. Aprovechamos los claros que ofrece la vegetación para deleitarnos con la sucesión de lomas que se van deprimiendo hasta el Estrecho. Desde más arriba podremos divisar, en días claros, el Peñón de Gibraltar y las costas africanas. Impresión dejará el kilómetro séptimo, donde un claro en la vegetación permite la afloración de unos riscos calizos que la carretera enrosca en una cerrada curva a izquierdas, al salir de la cual podemos observar el trazado de la misma colgada en la ladera de enfrente; más tarde, una vez llegamos a la siguiente paella, se vuelve a aclarar la arboleda permitiendo unas magníficas vistas de sierras más lejanas (como la Bermeja en la provincia de Málaga) para, al cambiar de rumbo con la curva, toparnos con unas excelentes vistas sobre la masa boscosa de los Alcornocales. Precisamente al salir de esta curva notaremos un incremento, levísimo, en la pendiente del puerto y un aumento en el número de herraduras, cada vez más apiñadas. Desde aquí, cualquier hueco en la arboleda se convierte en un mirador. En días claros podemos atisbar el Mediterráneo y el Atlántico de un vistazo y un continuo de sierras y serrezuelas en derredor. Eso, si no nos lo impiden las barbas del levante, unas nieblas veraniegas que encapotan los canutos y montañas próximos al Estrecho. La zona alta de herraduras, quizás el tramo más espectacular, convierte el puerto en el mejor balcón del Parque Natural de los Alcornocales, al menos para quienes no tenemos el hábito de patear sus senderos: montañas, bosques, mares, embalses, pueblos… Todo lo dominaremos de un simple abrir y cerrar de ojos. Si en los últimos 5 km. la pendiente se ha situado próxima al 6% con alguna rampa suelta algo más dura, despediremos la subida con un último repecho al 11%, el más empinado de todo el puerto, para levantar el pie de inmediato en la valla que impide el acceso a las instalaciones militares. La carretera, no obstante, aún cuenta con varios cientos de metros vedados hasta la “bola” que culmina la montaña a poco más de 900 m. de altitud. A nosotros, no obstante, nos basta con poder llegar hasta aquí. Como siempre nos recreamos con el entorno durante un buen lapso y, puesto que es obligado descender por donde acabamos de subir, se nos antoja un regreso de lo más reconfortante.
Fotos:
Pedaleamos por la A-2304 camino del puerto de Gáliz cuando llegamos al cruce del EVA 11 (Pico Montero:
Si venimos en coche, podemos dejarlo aquí. Después de esta casa nos encontramos la barrera donde hay que mostrar el permiso:
Una vez pasada la barrera, camino del inicio del puerto, disfrutamos del entorno. Alcalá de los Gazules:
El Escuadrón de Vigilancia Aérea nº 11 es visible desde bien lejos:
Es habitual ver buitres en las proximidades de la carretera. No será el último:
Nos acercamos al inicio del puerto. Tras esa peña se esconde el Pico Montero:
La carretera empieza a picar hacia arriba muy suavemente:
Buen asfalto con la señalización y protección adecuadas:
La abundante vegetación será protagonista durante todo el puerto:
Disfrutamos de una carretera para nosotros solos:
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